El Indio Figueredo

Aquel Inédito e Impactante Anuncio Clasificado

Autor: José Antonio Orellán

José Antonio Orellán es entre otras cosas, Ingeniero de Sistemas, melómano, productor musical y conductor de un espacio radial dedicado al Jazz y sus influencias

Con el cantar de los gallos y a la espera de albricias desde su preciado radio, mi abuela Virginia nos despertaba con la fragancia del café recién colado y el olor del tostado de las arepas en el budare a la par del canto recio de un llanero acompañado del golpe de arpa, cuatro y maracas, que mañana a mañana se dejaban escapar desde su programa favorito, «Rumbos, Coplas y Canciones«, el cual transmitía Radio Rumbos en el dial 670 AM.

Al momento de servir el desayuno, le gustaba comentar las buenas nuevas que escogía del noticiario matutino, el de «El periódico impreso en la radio«, como era el eslogan que nos acompañaba a lo largo del día en sus dos emisiones.

Ignacio Figueredo

La albricia me la sirvió en «bandeja de plata» acompañada de un delicioso majarete[1] :

Chúo, no sabes quién se va a presentar en Maracay, y antes que le respondiera, me dejó caer la perla, El Indio Figueredo, uno de sus músicos favoritos, sin duda alguna, el más influyente exponente del arpa llanera venezolana.

Quiero que me lleves, le van a celebrar su cumpleaños ochenta y además de él, vienen invitados algunos de sus alumnos.

Desde su llegada a Caracas a finales de 1949, el maestro Figueredo se convirtió en el gran impulsor de los fundamentos del arpa llanera, entre sus discípulos se cuentan Juan Vicente Torrealba, Eneas Perdomo, Fredy Reyna, Francisco Montoya, Chelique Sarabia, entre otros. Figueredo, tiene en su haber decenas de composiciones que engrosan el repertorio popular venezolano y que ha sido grabado por notables como Simón Díaz, Adilia Castillo, José de Los Santos Contreras «El Carrao de Palmarito«; Ángel Custodio Loyola, Lilia Vera, Cecilia Todd, Lila Morillo y una ristra de interpretes de la música recia de los llanos venezolanos. Razones más que suficientes para acompañar a la abuela Virginia a la fiesta organizada por la Casa de la Cultura de Maracay.

Un favor más te voy a pedir, mijo, que vayas a buscar al primo Pedro, él conoce al Indio Figueredo y me gustaría que me acompañara.

El primo Pedro y Virginia, eran dos hojas de un mismo árbol unidos por los caprichos del viento otoñal, desde mis tempranos años lo recuerdo como su compañero, su confidente; mientras que ella era su regazo, su morada.

Aquella tarde de noviembre me fui a buscar al primo Pedro, para llevarlos a Maracay, el viaje en transporte público parecía tedioso, ir de La Victoria a Tejerías, regresar para recoger a la abuela y seguir a la Ciudad Jardín. Al pasar por el primo Pedro, lucía ansioso, la barba recién rasurada e impregnada de la mentolada fragancia de Skin Bracer de Mennen, su liquiliqui[2] gris recién planchado combinado con su sombrero pelo e’ guama[3]. Su paso llevaba prisa, procurando cabalgar sobre las agujas del reloj para llegar a tiempo a la cita.

Durante el trayecto, Pedro, generalmente taciturno, mostraba una inusitada elocuencia, la ocasión revivía en aquel hombre la nostalgia de los primeros años de su vida, de sus andares juveniles, sus primeros bailes de joropo, y ¿por qué no?, le devolvía los recuerdos de amores primaverales.

Una vez sentados en el bus, me comentó:

De muchacho fui chofotero[4] en el Hato La Enmienda, en San Juan de Payara, en Apure, allí también vivieron Ignacio (El Indio Figueredo) y su familia, su papá, Pancho López, era hijo de india y español, era músico, tocaba una bandola «sabrosa», de allí debe venirle «la sangre pa’ la música», aunque si a ver vamos, creo que fue su mamá, María Luisa Figueredo, quien terminó de encumbrarlo. Como la familia iba creciendo y los centavos no alcanzaban, la mujer se embraguetaba pa’ sacarlos adelante, empezaron primero a chicharronear[5], luego montó una posada y creo que fue la primera en organizar bailes, ella se encargaba de traer buenos músicos y aprovechaba para vender aguardiente y lo que cocinara. Recuerdo que una vez se trajo a Pedrito Herrera, ¡carajo, ese ere el mejor en muchas leguas! aquella noche Ignacio buscó un taburete y se sentó atrás del arpa, ese muchacho no pestañeó en toda la noche, con cada jalón que Pedrito Herrera le echaba a los bordones del arpa, más grande abría la boca aquel muchacho con la impresión que le causaba. Al día siguiente, Ignacio le pidió a su mamá que le comprara un arpa.

Las cosas estaban duras, pero María Luisa le ‘echó pichón’[6] por su muchacho, cambió una novilla por un arpa vieja y sin clavijas, Ignacio compró lo que hacía falta y con su papá se fajaron para enclavijarla y ponerla a sonar. Ignacio se encerró como una semana con el arpa, yo creo que hasta pa’l baño se la llevaba – risas – al poco tiempo ya estaba tocando todos aquellos pasajes, seis por derecho, zumba que zumba y gavilanes que había aprendido mientras contemplaba a Pedrito Herrera. Desde entonces empezó María Luisa a promover a su muchacho, primero con bailes que ella misma montaba, invitando a propios y extraños:

Vengan a oír tocar al niño que bajó de los altos del Cielo

De ahí en adelante Ignacio decía de sí mismo que el era un ‘muchacho alquilado’, porque la gente venía a buscar a su mamá para que le alquilaran al muchacho para que les tocara un baile. Ya Ignacio era una celebridad en Apure, lo buscaban de Cunaviche, de San Fernando, Capanaparo, Guachara.

Antonio Estévez y El Indio Figueredo

Para la Semana Santa del año 48, estaba trabajando con mi padrino Encarnación, quien había ganado fama como asador, estábamos en San Fernándo, preparando una ternera para unos invitados del gobernador, la gente bailaba entusiasmada y pasaron uno y otro arpistas y cantantes, pero fíjate Chúo, el desencajo en los rostros de aquellos señores se apreciaba, se acercaron al fogón y uno de ellos le dijo al otro desilusionado:

«No, Fredy, esto no es. Lo que yo estoy buscando no se parece en nada a esto. Desde que el gobernador dijo que tocaban el arpa como una pianola, no me gustó«

Mi padrino Encarnación pidió la palabra y les dijo: Me disculpan, pero si ustedes están buscando a los mejores arpistas, váyanse a Achaguas, hoy es la fiesta de El Nazareno y allá están ellos pagando promesa al Santo.

Mi padrino Encarnación me pidió que acompañara a los invitados para Achaguas, nos montamos en la plataforma de un camión, los señores Antonio Estévez, Fredy Reyna y yo. Llegamos al pueblo amarillos del polvo del camino. Empezamos a recorrer cada rincón donde sonara un arpa, pero el señor Estévez movía su cabeza de lado a lado en negación. En aquella búsqueda nos agarró la noche, el señor Estévez estaba decepcionado, ambos estaban decepcionados, íbamos caminando, a un paso lento, arrastrando los pies por el peso del cansancio y la desilusión, cuando de pronto desde una casa se empezó a escuchar la afinación de un arpa, luego unos arpegios dibujando figuras para finalmente romper en un seis numerado. Estévez detuvo la marcha lanzó un manotazo sujetando a Reyna por el brazo y con una espléndida sonrisa dibujada en su rostro le grita a Reyna:

¡Coño, Fredy, este sí es un arpista! ¡Lo encontramos, coño, lo encontramos!

Entramos al baile y allí estaba con su arpa montada al hombro, con su liquiliqui blanco y su sombrero negro, era Ignacio Ventura Figueredo, el de Cunaviche, el mismo que yo había conocido en San Juan de Payara, dándole con entusiasmo a las primas y los bordones mientras iban desfilando los cantadores con sus coplas y sus versos.

Aquella noche no dormimos, persiguiendo a Ignacio que tenía comprometidos por lo menos unos tres bailes más. Como a mediodía el señor Estévez pidió al Jefe Civil que por favor encendiera la planta eléctrica para grabar a Ignacio, pasaron toda la tarde maravillados con las armonías que el hombre le sacaba a su arpa. Al finalizar le dieron a Ignacio ua «realero», eran como quinientos bolos o más, yo jamás había visto tanta plata junta – de nuevo risas -.

Aquella travesía emprendida por los maestros Antonio Estévez y Fredy Reyna sirvieron para dar a conocer a Ignacio Ventura Figueredo, quien por sus rasgos fisonómicos trascendió a la posteridad como El Indio Figueredo, quien además puso al servicio de la cultura popular un abanico de posibilidades sonoras con ritmos autóctonos que enriquecen el patrimonio cultural venezolano, de igual manera sentó las bases para una escuela del arpa llanera venezolana, amén de enriquecer el repertorio de la música popular de su país. Por otra parte, aportó material germinal al maestro Antonio Estévez, para la definición de una obra trascendental como lo es La Cantata Criolla, obra para orquesta sinfónica y coros inspirada en el poema de Alberto Arvelo Torrealba, Florentino el que cantó con el Diablo.

VELVET LPV-1240

El sello Velvet también reprodujo una versión popular en la que el contrapunteo en el que el Bien derrota al Maligno, lo interpretan El Carrao de Palmarito y José Romero Bello respaldados por el Conjunto Los Llaneros del Oeste.

Finalmente el primo Pedro, la abuela Virginia y yo, asistimos a la celebración del cumpleaños de El Indio Figueredo en la Casa de la Cultura de Maracay, una noche memorable de noviembre de 1979, una ocasión propicia para viajar imaginariamente por la inmensidad del Llano venezolano, sus esteros y sabanas, sus garzas al vuelo, el ganado y la faena, las mañanas de ordeño y arreo al caer la tarde, todos dibujados en cada acorde, en cada arpegio, en cada vuelta de los bailadores, alimentando aquel henchido sentimiento nacional.

En lo particular, ver a la abuela Virginia y al primo Pedro entonando y bailando gabanes, gavilanes y periqueras; y el ver a El Indio Figueredo fusionarse con ellos en un caluroso abrazo es algo que atesoraré por siempre.

Ellos emprendieron el vuelo con las garzas, a surcar otros cielos no sin antes dejarme su valioso legado y el orgullo de ser venezolano.

Referencias fotográficas (créditos a quien corresponda):

https://www.discogs.com/release/4876021-Alberto-Arvelo-Torrealba-Florentino-Y-El-Diablo-Leyenda

https://steemit.com/dtube/@gaborockstar/30dit78sqhm
https://es.wikipedia.org/wiki/Anuncios_clasificados
http://www.lacasadelarpa.com/arpa/
https://radio.otilca.org/ignacio-figueredo-el-indio-del-llano-venezolano/
https://radio.otilca.org/antonio-estevez-el-indio-ignacio-figueredo-y-la-cantata-criolla/
https://docplayer.es/66260019-Centenario-de-antonio-estevez.html

Fuentes consultadas:

  • Ignacio Ventura «Indio» Figueredo Arpa del Llano Apureño. Publisher: SACVEN, 2006. Manuel Antonio Ortiz. ISBN 980-7043-03-4

Modismos:

  • 1. Majarete. Postre venezolano a base harina de maíz, leche de coco, papelón (piloncillo) y canela.
  • 2. Liquiliqui. Traje típico de los Llanos venezolanos y colombianos.
  • 3. Pelo e’ Guama. Sombrero elegante utilizado por los hombres de los llanos venezolanos y colombianos.
  • 4. Chofotero. Joven ayudante de quehaceres domésticos, cocina, encomiendas, mensajería.
  • 5. Chicharronear. Comercio informal, ventas al menudeo o detal.
  • 6. Echarle pichón. Ser pro-activo, esforzarse para alcanzar metas y objetivos.

¡Ay, que Noche tan Preciosa!

El Cumpleaños Feliz Venezolano

Autor: José Antonio Orellán

José Antonio Orellán es, entre otras cosas, Ingeniero de Sistemas, melómano, productor musical y conductor de espacio radial dedicado al Jazz y sus influencias.

Dr. Luis Herrera Campins

Desde 1981 según decreto 1.026 del entonces presidente de Venezuela, Dr. Luis Herrera Campins (n. 04/05/1926 – m. 09/11/2007), el Gloria al Bravo Pueblo, Himno Nacional, con letra de Vicente Salias y música de Juan José Landaeta, es una de las canciones más escuchadas en Venezuela; de manera que a partir de dicha resolución oficial se le escucha en las estaciones de radio y TV hasta cuatro veces por día, a saber a las 6:00, 12:00, 18:00 y 24:00 horas; y de acuerdo a resolución del Ministerio del Poder Popular para la Educación se ha mantenido la tradición de entonarlo cada lunes antes de entrar a clases y en correcta formación los estudiantes de las escuelas básicas, en lo que se conoce como Lunes Cívico; lo propio ocurre en todo evento oficial o público, y a diario en por lo menos un par de ocasiones se interpreta en los cuarteles y guarniciones al alba y a la puesta del Astro Rey.

A pesar de la amplia difusión a través de programas escolares y medios radioeléctricos, el Gloria al Bravo Pueblo no es la canción más entonada por los venezolanos como podría suponerse, pues la posición privilegiada en cuanto a repeticiones espontáneas le corresponde a ¡Ay, que Noche tan Preciosa!, o como también se le conoce el Cumpleaños Feliz Venezolano.

Luis Cruz y Los Naipes

Su compositor Luis Cruz Cordero, nació en Caracas el 17 de julio de 1933, se inició en el mundo de la música, de la mano de Carlos Bonnet, continuando con Vicente Flores. Ya para 1952 junto a Gonzalo Peña y José Petit funda el trío Los Latinos, permaneciendo en el ambiente hasta 1957; ya para el siguiente año el formato es ampliado a cuarteto y es bautizado como Los Naipes, causando sensación con voces como Mirla Castellanos, Mirtha Pérez, Oly Monasterios y Tania Salazar, manteniéndose hasta entrado 1971. Posteriormente junto a Gonzalo Peña conforma el dueto Los Venezolanos y un conjunto de música criolla llamado Los Cruceros inspirado en el exitoso ritmo Orquídea, de Hugo Blanco, que venían cultivando Los Torrealberos de Juan Vicente Torrealba.

Luis Cruz

Al igual que muchos músicos de la época, el joven Cruz y sus amigos en sus ratos libres daban rienda suelta a sus pasiones musicales llevando de ventana en ventana y balcón en balcón sus serenatas y pregones a sus amigas y conquistas amorosas. Cierto día la novia de uno de sus amigos cercanos, Rebeca Sorondo,  a sabiendas de su incipiente vena compositora le pidió como presente de cumpleaños que le dedicara una canción, así surge ¡Ay, que Noche tan Preciosa!

El tema pasó de mano en mano y boca en boca y pronto se popularizó al punto que hoy día no hay un rincón del País en el que no se entone a diario el Cumpleaños Feliz Venezolano, desde el más humilde hogar, pasando por factorías, escuelas y oficinas, donde haya una persona de plácemes, sus familiares y amigos entonan a coro sus compases alrededor de un delicioso pastel.

Johnny Albino y su Trío San Juan

Originalmente su autor la grabó en 1956 para el sello Discos Victoria en Colombia, con Johnny Albino y el trío San Juan convirtiéndose en un suceso , posteriormente harían lo propio en México la Rondalla Tamaulipeca, contribuyendo a su internacionalización.

Luego, la canción fue grabada en suelo venezolano en 1964 para el sello Discomoda por la entonces joven promesa del canto, Emilio Arvelo. Según las anécdotas en torno a la producción el tema fue incorporado a último minuto, pues faltaba una pieza para complementar el disco y  por sugerencia del trompetista Carlos Guerra quien evocó que la pieza ya había logrado notoriedad en Colombia y de esta manera y con los medios radioeléctricos como cómplices, ¡Ay, que Noche tan Preciosa! Además de ser la única pieza del larga duración con impacto, también se afianzó en las preferencias del venezolano, convirtiéndole en todo un himno. El tema fue lanzado al mercado en formato de Vinyl 7”- 45 RPM (DCM-1652), y en el mismo se incluían los temas: Reclamo (cara A) y Cumpleaños Feliz (cara B); al mismo tiempo que se incluyó en el disco de larga duración intitulado La Nueva Voz de Venezuela, Vinyl 12” 33 RPM.

Cruz Cordero ha brindado un significativo número de composiciones que engrosan el repertorio de la música popular venezolana con temas como Ingenua (también conocida como Dumbi Dumbi), Tibisay (internacionalizada por los Violines de Pego, de Hungría), Sensación (popularizada por Roberto Yanés), A Veces, Mira mis Labios, La Voz de Las Hormiguitas, El Silbido, El Errante, Las Cerezas, Con la Mano Recostada al Cuello, Negra mala, Rayando las Paredes y la más popular de todas, Cumpleaños Feliz o ¡Ay, que Noche tan Preciosa!.

La luz de de Luis Alejandro Cruz Cordero se extinguió el 19 de Abril de 2012, en Cabudare, estado Lara.

Datos de Producción

Emilio Arvelo

Vinyl 7”- 45 RPM (DCM-1652),

Sello: Discomoda

Carlos Guerra Productor, arreglos, dirección.

Emilio Arvelo (vocal)

Alberto Naranjo (Redoblante)

Roberto González (piano)

Hugo Escalona, Evaristo “Pichin” León (percusión)

Rafael «El Gallo» Velásquez (trompeta)

Referencias:

* Enciclopedia de la Música en Venezuela Tomo I.

Fundación Bigott (1998)

Directores: José Peña y Walter Guido

ISBN- 980-5428-02-1

** http://orinocopadrerio.blogspot.com/2012/04/las-criollas-mas-famosas-cumpleanos.html

(Elba Romero López)

Fotografías: Tomadas de Internet.