Azúcar al 100 % (Celia Cruz)

Celia Cruz
Autor: Alberto Naranjo

Alberto Naranjo (n. 14/09/1941 – m. 27/01/2020) Arreglista, director de orquesta, musicólogo. Una referencia a la hora de estudiar la Música de la Ciudad.

En esas largas listas de reseñas musicales, siempre nos encontramos con unos cuantos protagonistas responsables de haber ido componiendo la historia poco a poco. También observamos otros que simplemente engrosan un interminable ir y venir, sin más mérito que su fugaz pasantía y un inevitable olvido. Por eso siempre se ha dicho que “no es difícil llegar, sino mantenerse”. Aunque esto no revela el esfuerzo que muchos artistas tienen que realizar para poder perpetuarse a pesar de las modas de cualquier época; menos aún cuando son las modas de las épocas las que se adaptan a algún artista. Entre estos privilegiados artistas existe un capítulo único en las memorias de la música caribeña escrito con jubilosa gloria y exagerada solvencia por Celia Cruz, quien, con su particular expresión, ha logrado que una generación tras otra no haya puesto ningún reparo en dejarse seducir por su contagiosa alegría.

La vigorosa relación entre Celia Cruz y su público comenzó a gestarse comenzando la década del cuarenta, cuando debuta en La Corte Suprema del Arte; un espacio radial de la emisora CMQ, que servía como caldo de cultivo para otros espacios musicales estelares de la radio habanera. De allí, Celia Cruz pasó a la emisora Mil Diez, lo que le permitió actuar personalmente en distintos barrios de La Habana, dado el carácter ambulante de la programación de esa emisora, con el beneficio de un contacto más directo con el público.  Dicha estación había sido lanzada hacia 1943 por el Partido Comunista Cubano, el cual se había venido desarrollando a raíz de la Segunda Guerra Mundial cuando los Estados Unidos de Norteamérica pactaron con Rusia. Mil Diez tuvo mucho éxito gracias a su programación musical, ya que las mayores corporaciones radiales en Cuba  habían concentrado su atención en las novelas, restándole importancia a la música. Por allí desfilaron los mejores compositores, cantantes, músicos, arreglistas y directores cubanos; no necesariamente por que tuvieran una afinidad comunista, sino por la única oportunidad que esta emisora les brindaba.

Celia con las Mulatas de Fuego

Celia Cruz fue una de las atracciones exclusivas de Mil Diez durante 1943 y 1948, hasta que le llegó una oferta para viajar a México con el ballet Las Mulatas de Fuego, dirigido por Federico Rodney. De México viajaron a Venezuela, en donde la agrupación se disolvió. Aunque la mayoría de los conducidos por Rodney optó por regresar a Cuba, Celia Cruz decidió probar suerte en Caracas. Actuó en el Hotel Majestic y con la Sonora Caracas, así como en Radio Cultura respaldada por la orquesta de Rafael Minaya y en Radio Caracas bajo la conducción de Luis Alfonzo Larrain. Durante ese período es contratada por el empresario disquero Nemías Serfaty, para que grabe con la orquesta Leonard’s Melody de Leonardo Pedroza un disco de 78 RPM para el sello Turpial, en un estudio de grabación ubicado en los altos del Teatro Nacional. Después de aquel legendario Diamante Negro interpretado por Alfredo Sadel, este disco de Celia es el segundo que se graba en Venezuela profesionalmente. En él se incluye La Mazucamba, un tema difícil para la voz ancha y grande de Celia, pues hay que cantar su versos con mucha rapidez, pero ella, con su talento, con su dicción perfecta, lo negocia sin problemas. Igual que pasara con las orquestas de Minaya y Larrain, Celia logra que Pedroza y su gente se adapten a su estilo.  

Celia con la Sonora Matancera

Celia Cruz regresa a Cuba en 1949 y comienza a actuar en Radio Cadena Suaritos, una emisora que hizo con una labor similar a la de Mil Diez por la música cubana. Nuevamente impresiona Celia por su perfecta adaptación a su nuevo ambiente musical, pero como los programas de la estación eran grabados, faltaba esa relación directa entre artista y público. Aún así la popularidad de Celia sigue en ascenso, hasta que le llega en 1950 la invitación de la Sonora Matancera para cubrir la vacante dejada por la puertorriqueña Myrta Silva. Participa en un programa exclusivo de la agrupación, lanzado por Radio Progreso en vivo y ante público. El resto es historia. Luego de vencer la resistencia de los seguidores de la Matancera que añoraban el desmesurado estilo de Myrta Silva, teniendo que enfrentarse a Celia, un milagro musical, pero más comedida y señorial que la boricua, por añadidura haciendo la transición desde las grandes orquestas hasta las limitaciones de un conjunto, sin mucha posibilidad para realizar matices musicales y complejos arreglos con más posibilidades armónicas, así que la tarea no era sencilla. En ese sentido, Celia perdía con la Sonora; pero ganaba un público diario y en directo; ganaba el acompañamiento de una agrupación de mucho arraigo concebida aparentemente para el lanzamiento de grandes vocalistas, y poco después, ganaba el acceso a grabaciones comerciales con el sello Seeco. Obviamente, esta inspirada Celia Cruz en su etapa matancera es distinta a la solemne de Mil Diez, o quizás, a la muy circunspecta que grabara en Venezuela; se trataba de una Celia Cruz mucho más madura, dispuesta a comenzar una jerarquía que aún detenta, no importando los años ni sus modas.

La Reina, Celia Cruz y El Rey, Tito Puente

La estadía de Celia Cruz con la Sonora Matancera se prolongó durante 11 años, nutridos de grabaciones y viajes por Norte, Centro y Suramérica, el Caribe y Europa, aunque hacia 1960, la agrupación toma un nuevo rumbo y se radica en México. Celia permanece con sus compañeros durante un tiempo, pero decide viajar en 1961 a New York en dónde se le presenta la oportunidad de grabar junto a Tito Puente. Se radica allí desde entonces, para seguir grabando como solista, o colaborando con Estrellas de Fania, Johnny Pacheco, Sonora Ponceña, Ray Barretto y Willie Colón, viajando además por diferentes paises para consolidarse como un icono universal de la música, al punto de que a menudo ha sido comparada con Ella Fitzgerald, en ocasiones con Sarah Vaughn, quizás con el propósito de otorgarle un título de equivalencia monárquica, aunque ello sea innecesario. Celia Cruz ha enloquecido a una multitud en Helsinki o festejado en París, Roma y Amsterdam; ha recibido una estrella en el Hollywood’s Walk of Fame, un doctorado honoris causa en la Universidad de Yale, y un reconocimiento especial del National Endowment for the Arts, aunque su mayor tesoro es el constante aplauso de su público, incluyendo el de todos los cubanos, al margen de cualquier intriga política, venga esta de donde venga.

Celia, infinidad de colaboraciones

Celia Cruz nació el 21 de Octubre de 1924 en el Barrio Santo Suárez de La Habana, Cuba. Segunda de cuatro hermanos, desde su juventud los entretenía cantándoles. Inevitablemente, decenas de personas en su vecindario comenzaron a percatarse desde muy temprano como su peculiar vozarrón traspasaba las paredes, cortaba el viento, además del porqué de su inmenso talento para la improvisación.

La carrera de Celia Cruz fue prolongada y quiso brindar su genio hasta su último aliento; sin embargo durante una presentación en México en el año 2002, Celia sufrió un percance que posteriormente los médicos diagnosticaron como un agresivo tumor cerebral que lentamente fue minando la otrora enérgica Reina Rumba, hasta que su luz se extinguió el 16 de Julio de 2003.

Nota de Redacción: Este artículo fue publicado originalmente en el vespertino venezolano El Mundo, en Octubre de 2001, su autor es Alberto Naranjo y contiene una ligera actualización de quien suscribe, José Orellán.

Fotografías: Tomadas de Internet.

Este artículo

El Manisero: Maniiii…

Si te quieres por el Pico divertir…
Autor: Alberto Naranjo

Alberto Naranjo (n. 14/09/1941 – m. 27/01/2020) Arreglista, compositor, director de orquesta, musicólogo. Una referencia a la hora de hablar de la Música de la Ciudad.

Está claro que no se trataba de su primera hazaña musical. Moisés Simons ya era muy cotizado como pianista-concertista o como director musical de compañías líricas, pero sin lugar a dudas, esa fue su más célebre composición y, en aquél momento, la que más levantó polvo en el ámbito internacional.

Homenaje de la oficina postal cubana

El Manisero pertenece a ese ejército de composiciones que lleva a algunos melómanos a desear intensamente que alguien, de una vez por todas, invente aquella famosa “máquina del tiempo”, para posibilitar el traslado a través de los años y el espacio al lugar de nacimiento y desarrollo de cada canción, es decir, “en vivo y en directo”. Como consuelo, trasladémonos mentalmente al año 1928.

Se cuenta que la idea le partió a Simons, mientras saboreaba un sabroso café con leche en un establecimiento habanero ubicado entre las esquinas de San José y Amistad. Pudiéramos agregar que invariablemente era una calurosa tarde, y que es posible qué, mientras el compositor apuraba su humeante bebida, en las afueras del local transitara un vendedor ambulante, de nacionalidad china, para más señas, pregonando a voz en cuello “Maniii… Maniii”… El Sr. Simón (aún no se llama Simons, según explicaremos más tarde) se siente inspirado mientras hurga infructuosamente en sus bolsillos tratando de encontrar un papel pentagramado. En su defecto, toma rápidamente una servilleta, le traza varias líneas a modo de pentagrama, y escribe allí unas cuantas notas musicales según le van saliendo de su cabeza.

Rita de Cuba

Esta parece ser la génesis de El Manisero según el cronista Eduardo Robreño, así existan muchas otras versiones sobre el asunto, que por lucir contradictorias, confusas y exageradas, es mejor ignorarlas. Lo cierto del caso es que Simons ofrece el tema a Rita Montaner, quien lo graba ese mismo año de 1928 para el sello Columbia (CO 2965 X – 78 RPM).

Antonio Machín

El éxito del tema localmente hace que el Trío Matamoros lo grabe al año siguiente, pero lo que sin duda alguna le da fama internacional a El Manisero, es la versión que realiza Don Aspiazú con Antonio Machín como vocalista para la Victor, en Nueva York, el 13 de mayo de 1930, y que es denominada “rhumba” en la etiqueta (Victor 22483 – 78 RPM).

Moisés Simons y Rita Montaner

El compositor viaja a España ese mismo año para estrenar su zarzuela La Niña Mersé; sigue rumbo a París, en donde Rita Montaner le ha abierto el camino al popularizar El Manisero, siendo entonces cuando se le ocurre a Moisés cambiarse su apellido original Simón por el de Simons. Cosas de fonética, excentricidad o simple permuta. Quién sabe. Lo que él jamás podría haberse imaginado, es que dicha ocurrencia le iba a acarrear ciertos problemas, pues cuando los alemanes ocupan París, este apellido Simons les suena a judío, y sucede que el compositor va a parar a un campo de concentración hasta que las cosas se aclaran. Una vez terminada la guerra regresa a Cuba en 1942, por muy breve tiempo, pues vuelve a España, en donde muere el año 1945.

Entre tanto, El Manisero se consolida en los Estados Unidos al adquirir la categoría de standard; o sea, un tema interpretado profusamente desde las fiestas estudiantiles hasta las grandes salas de baile, transitando por la música indirecta y hasta las versiones de jazz: Louis Armstrong lo grabó como The Peanut Vendor, al igual que Paul Whiteman, Duke Ellington, John Kirby y Stan Kenton.

Existen edulcoradas versiones a cargo de Percy Faith, Frank Pourcell y Edmundo Ros; la del tenor italiano Tito Schipa aplicando su estilo operístico para lograr una estupenda versión, a pesar de suprimir el verso “si te quieres por el pico divertir”. Es que en Cuba se le dice  “pico” a la boca, aunque también la desbordada imaginación caribeña llama “pico” al órgano sexual femenino. Ese velado sentido erótico quedó plasmado tanto en la sensual interpretación de Rita Montaner, como en la sexual expresión de Antonio Machín. Igualmente, han resultado efectivas las versiones orquestales de Miguelito Valdés con la Casino de la Playa y la de Rolando La Serie con Tito Puente, como las de Imperio Argentina, Bola de Nieve, Pedro Vargas, Chico O’Farrill, Pérez Prado, Charlie Palmieri, Xiomara Alfaro, Juan Arvizu, Estrellas de Areito, Los Guaracheros de Oriente, Oscar D’León, Machito, Johnny Pacheco, Desi Arnaz, Anita O’Day y Sammy Davis Jr.

Según estadísticas autorizadas, White Christmas, Yesterday y Bésame Mucho, han sido las canciones más versionadas. A este punto, nos preguntamos si la investigación hecha en función de esos datos tomó en cuenta a  El Manisero, pero de lo que si estoy seguro, es de la existencia de más de 230 versiones, aunque no dudo que existan muchas más, ya que a décadas de su insurgencia, esta vieja composición se continúa grabando sin muchas contemplaciones.

Nota de Redacción: Este artículo fue publicado originalmente en el extinto vespertino venezolano El Mundo, el 14 de Mayo de 1999. Su autor es Alberto Naranjo, y lleva una sutil edición de parte de quien suscribe, José Antonio Orellán.